El mundo vive momentos marcados por una crisis financiera y un repunte de los gastos en energía que, a mi modo de ver, se encuentran íntimamente relacionados, y que no se resuelve en los días inmediatos que suceden el desplome de los precios del crudo. Al menos en lo que a nuestros bolsillos concierne, un entorno de “sequía” financiera nos afecta más en la medida que requerimos más efectivo para llenar el tanque de combustible de nuestros vehículos y plantas eléctricas, para pagar la factura de electricidad, o simplemente para pagar el costo del transporte de pasajeros o de carga; y todo esto a pesar de que los precios del petróleo se están desplomando. Miles de familias exploran alternativas energéticas que les permitan “estirar” el presupuesto. Hace muchos años que presenciamos una industria dedicada a “migrar” hacia Gas Licuado de Petróleo (GLP) los automóviles diseñados para funcionar con gasolina. Recientemente se producen “amagos” de incorporar el Gas Natural Comprimido (GNC) com
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